De par en par. Lo binario, lo dual, la pareja. Conjunción de dos términos para la interrogación, la confrontación, el cambio, la creación.
Lo abierto ya sea al exterior como al interior, la percepción de un mundo conocido ó por descubrir, la revelación del enigma.
El dos, la magia de lo simple. El sistema de numeración binario en la base de la informática más actual.
El dualismo: espíritu y materia, la razón y la emoción.
Algo tantas veces presente en la obra de grandes artistas, como el número áureo, emparentado con los términos de la sucesión de Fibonacci. Cada término obtenido como suma de los dos que le preceden.
Los planos del reflejo duplicando la imagen. Los ejes y planos de simetría originando mitades y no forzosamente idénticas.
En la exposición De par en par, las obras expuestas plantean, cada una a su manera, el asunto de lo doble como fuerza creativa, resultando un conjunto atractivo, sugerente y bello.
Tan bello como el resultado del trabajo de Andrés Monteagudo que en su serie “Procesos y desprocesos” construye con la cuchilla, el grafito y el hilo una interpelación seria y profunda a su valoración del arte.
Manuel Ángeles Ortiz en su grabado ofrece un estudio llamativo sobre la simetría de un rostro que marca en distintos giros su evidente dimorfismo.
La obra de Carlos Montaño con dos cuerpos cortados, abre un mundo de sugerencias y de encuentros que el observador debe resolver.
Cristóbal Quintero resuelve con aparente sencillez una pieza en la que muestra una casa y a su habitante en un intrincado juego de puntos de vista. Un espacio abierto al espectador resuelto con colores densos y brillantes.
El díptico de Ignacio Tovar nos sumerge en el mundo inteligente del color único y en las formas planetarias incandescentes.
Dos azucareros en las brumas del óleo sobre lienzo de Juan Carlos Lázaro, confirman que la pareja llena un todo.
Juan Lacomba hace el juego de la cierva preñada reflejándose y mirándose en el agua.
Con Juan Romero y Claudine Weilleer la imaginación alentada durante toda una vida en pareja, da lugar a encuentros y distanciamientos que se transforman en obras maestras.
Como Cezanne con su Sainte-Victoire, David López Panea se enfrenta a su querida sierra almeriense e interioriza su visión para plasmarla en el lienzo con un abanico amplio de luces y colores.
Una pareja de perros, o el mismo en dos posturas distintas, sirve a Pérez Aguilera, para poner de manifiesto una vez más la perfección del trazo y de la composición que marcó a los mejores artistas sevillanos.
Los durmientes de Pedro Mora Frutos, representa una pareja imperfecta con su multitud de planos, aristas y espacios vacíos.
¿Cómo no emocionarse ante la delicadeza y el misterio inherente en la pieza de los hermanos Rosado? No es fácil decir con tan reducido equipaje expresivo, toda esa historia de emociones y deseos.
Durante los años 70 Diego Ruiz Cortés, construyó una serie que denominó “Hombres Perforados”. Fue un trabajo serio y de alcance no sólo pictórico, sino sociológico y filosófico. La pequeña tabla que se exhibe es un buen juego de simetrías alteradas entre dos egos que comparten espacio.
Sylvain Marc, que hace ligero cualquier trabajo en mármol, presenta dos estilizadas hojas que se emparejan como dos enamorados.
Así cerramos “De par en par”.
Alberto Hevia
Enlaces de interés: