Del 28 de octubre al 29 de noviembre de 2022
Birimbao, pendiente siempre de la actualidad, nos ofrece la posibilidad de acercarnos a la obra de siete mujeres con dos rasgos comunes: haber nacido en los años noventa y una formación en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. Nueve o diez años, cuando se es tan joven puede parecer inmenso y sin embargo con el paso de los años, puede llegar a convertirse en una aproximación generacional sin importancia o bien en un alejamiento irreversible. Ya veremos dónde estará cada artista con el paso de los años y cómo la pintura—hecha siempre de vida—llega a concretarse en cada una.
Por lo pronto, al recorrer la exposición, nos encontraremos con siete maneras personales de enfrentarse a la composición, al dibujo, al color: a la codificación de la belleza. Cada una construye y vive una forma de sentir el arte, único y diferente. Ráfagas de abstracción, de mundos geométricos, de collage (tiempo para Picasso, Braque o Juan Gris), de figuración (atención a los paisajes del siglo XVI de Patinir), en resumen, de averiguaciones. Cada una busca alumbrar espacios nuevos, personajes, sombras, imágenes, que no son más que el resultado de la formación recibida y que con el tiempo se harán plenitud. Algo a resaltar en esta muestra: una mezcla de seguridad, suavidad y fascinación que “aletea” por el espacio como fruto del juego de la pintura.
Porque el futuro espera. Es necesario abordarlo para establecerse en él. Y hay en esta muestra un principio esencial: Energía. Una energía que desborda cada obra y que termina imponiéndose como una realidad esencial, energía que causa escalofrío en cada cuadro. Algo así como cuando la revolución barroca buscaba aproximar el arte a la vida. Esa vida hecha presente en las salas de esta colectiva, donde las obras son el resultado personal de trasladar al soporte el espíritu de cada artista.
Hay a veces ráfagas de formas semicirculares, ovales o en abanico acercándose a un homenaje a Myriam Schapiro que formó parte del llamado Arte feminista de los años 70 del siglo pasado. Sin embargo, la actualidad ha sobrepasado claramente cualquier dimensión crítica que pudiera existir sobre la expresión del feminismo en la comunidad artística. Y si anteriormente hablábamos de “energía” una vez más debemos de volver a mencionarla porque se vuelve indispensable como realidad para construir el mundo futuro.
Desde el siglo XVII con Franz Hals, la rapidez en el trazo se convierte en algo establecido en el mundo de la pintura y si bien lo captamos ya en el mundo pictórico de Murillo o Velázquez, irrumpirá con fuerza en la abstracción del siglo XX.
Cada pintor, incluso si lo ignora, es un compendio de la historia del arte y cada uno debe encontrar su lenguaje personal con el que proclamar su espíritu. En esta búsqueda también es importante la observación del Oriente porque en ese ámbito no es posible quedarse encerrado e inmovilizado en las estructuras de la razón, algo muy interiorizado en nuestro mundo Occidental. La pintura oriental está volcada a la hipersensibilidad, a un sentimiento de vida universal que al surgir del centro de sí mismo proyecta al artista hacia la individualidad total.
Alberto Hevia. |