Andrés Aparicio, Virginia Bersabé,
Imón Boy, Javier Buzón,
Salomé del Campo, Fernando Clemente,
Alba Cortés, Silvia Cosío, Manolo Cuervo,
Juan José Fuentes, Manuel M. Romero,
Alberto Montes, Moisés Moreno,
Javier Parrilla, Mané Pérez Tapias.
Del 11 de junio al
9 de julio de 2021
Birimbao ofrece, para terminar este curso raro, el acercamiento a la obra de tres generaciones de artistas. Hasta podríamos hablar más concretamente de dos generaciones. Si estuviésemos de acuerdo: una generación en total plenitud (Javier Buzón, Salomé del Campo, Manolo Cuervo, Juan José Fuentes, Moisés Moreno y Mané Pérez Tapias) al lado de otra en camino de búsqueda y esperanza por alcanzarla (Andrés Aparicio, Virginia Bersabé, Imón Boy, Alba Cortés, Manuel M. Romero y Alberto Montes) completada por el brillo de un destello de la generación del 2000, concretada en Fernando Clemente, Silvia Cosío y Javier Parrilla: ofreciendo algo muy sólido, avalado con años de trabajo y resultados excelentes.
Durante siglos, la aventura principal del arte ha sido, sin duda, la persecución del realismo que alcanzó un estruendo final con la escuela impresionista. A partir de ese momento la búsqueda de la línea, la forma y el color, que siempre había jugado un papel primordial, pasa a ocupar el primer plano creativo convirtiéndose en entresijo de emociones. Al fin y al cabo, el primer elemento que encontramos en el Paleolítico es la línea y con ella, la belleza y la armonía. Hablar de geometría es algo clásico en la Historia del Arte. Cuando Cézanne hacía referencia a la necesidad de incorporar a la representación de la naturaleza el cilindro, la esfera o el cono, no hacía mas que abrirse al Tratado de la figura humana de Rubens, dónde llegaba a establecer con rotundidad la relación existente entre esa figura humana y el cubo, el círculo o el triángulo. Algo que va a estar en la base de la revolución total que fue el cubismo y que venía de siglos de sabiduría subconsciente. Pero además de líneas, formas y colores, el artista maneja una materia, una pasta que controla con el pincel, eso si no prefiere el uso simple del carbón o el lápiz, para construir historias de belleza y emoción como las que encontramos en esta exposición.
Quince maneras de contar, quince técnicas diferentes. Quince momentos personales para descubrir un mundo personal. La ventaja o desventaja, ¿quién sabe?, de las exposiciones colectivas es que uno se enfrenta a papeles o telas en los que diferentes manos y cerebros han plasmado experiencias, deseos y también carencias. Nunca como en las colectivas es necesario, antes de ver lo que el cuadro o dibujo representa, cómo la técnica ha resuelto el cuadro. Y encontrarnos con quince maneras diferentes de construir historias puede resultar complicado para el espectador. Aunque, al final, todos terminamos sintiendo la plenitud del creador que nos ofrece su obra.
En esta línea, hay un trabajo de Leonardo da Vinci que resulta esclarecedor. Se trata de la sala dell·Asse del castillo Sforza de Milán. Un fresco en el techo juega con la idea de arcos de verdor que parecen preceder a un bosque arbóreo que entrelaza ramas las unas con las otras. Visto con atención, el dibujo resulta rigurosamente geométrico. No sólo eso, una observación más precisa nos lleva a comprobar que las ramas o cuerdas siguen un orden riguroso basado en pura matemática. Y aún debemos aceptar más valores geométricos. La circunferencia, la línea en S. Esa que el gran Hogarth llamaba “Línea de belleza”, valiéndose de ella para construir sus magníficos grabados y sus historietas de sátira social y política. Curvas y contra curvas de los grabados japoneses del fin del XIX, donde la idea de irregularidad parece ausente. Es esta búsqueda constante, con unos resultados extraordinarios, lo que sorprende y atrapa en cada una de las obras colgadas en la sala. Un juego de inteligencia y conocimiento que es la base de cualquier manifestación artística.
Cada generación crea en relación con el grupo del que surge y que condiciona, de alguna manera, todo el resultado final. Y en estas tres generaciones encontramos muchos datos de interés para contemplar, para aprender y hasta para comprar.
Alberto Hevia.