Mi trabajo es consecuencia de un deseo de pintar que se origina en la cotidianidad. El encuentro con determinados elementos anecdóticos que me fascinan en su presencia latente en mi entorno supone una especie de “macguffin” que me permite comenzar a desarrollar una trama, a formular una operación.

Esos primeros motivos que dan pie a empezar a pensar en pintura son fotografiados e impresos, de manera que este material se va acumulando poco a poco en el estudio. La disciplina no se acota a una representación mimética de esas fotografías, sino que las imágenes capturadas actúan de forma diversa dentro de un proceso abierto en el que comienzo a descubrir relaciones inesperadas entre ellas.

En mi trabajo, entiendo cada obra como una operación que va resolviéndose con el encuentro de estas pautas que conectan los elementos originarios. Pautas que, en su mayoría, surgen de la trasposición de dichos elementos y que son consecuencia de una necesidad de autoconocimiento por intentar comprender la relación que establezco con mi contexto vital.