Temporada 2020 – 2021

Norberto Gil

Ventanas y azoteas

 

Del 30 de octubre al 5 de diciembre de 2020

Norberto Gil vive en continua apertura a la sinceridad desde una base sólida de trabajo y conocimiento. Busca, o quizá sea una necesidad, no sabemos, eliminar en sus obras lo superfluo. En este despojarse hacia su verdad, sí es evidente el dominio de dos elementos esenciales: color y forma.

 

La ventana es un elemento muy presente a lo largo de la Historia del Arte. A los pintores les gusta representar una estructura relacionada con la observación, con el doble juego de dentro – fuera, con transparencias, sombras y contornos. Algo que Norberto ha querido concretar en relatos convertidos, en ocasiones, en homenaje a maestros admirados. Si la ventana es la observación del exterior, la azotea es el exterior. La ventana puede controlar la luz. La azotea es la luz.

 

Después vino el covid19, el confinamiento, el redescubrimiento de balcones; pero para esas fechas el trabajo para la exposición estaba decidido y sólo quedaba el difícil camino de interiorizarlo y plasmarlo en el papel que Norberto Gil había elegido como soporte.

 

Ventanas y Azoteas tiene mucho de estudio riguroso del mundo cultural de la primera mitad del siglo XX. Los cuadros, de variados tamaños, surgen investigando valores y tendencias de movimientos que van desde el expresionismo alemán del grupo Die Brüke o Der Blaue Reiter y Kandinsky, hasta el arte cinético de Vasarely, pasando por Matisse y el expresionismo abstracto americano. Pero el tiempo cultural es amplio y al implicarse en su terreno topamos: música, literatura, poesía, ciencia, diseño, sin olvidar el mundo de la arquitectura innovadora con el que Norberto ha trabajado y construido muchos de sus mejores cuadros.

 

¿Cómo enfrentarse a esta exposición? Quizá las palabras expresadas por Piet Mondrian pueden ayudarnos en la visualización de los trabajos: “¿Qué quiero expresar con mi obra? Nada más que lo que busca todo artista: alcanzar la armonía por medio del equilibrio de las relaciones entre líneas, colores y planos. Pero sólo de la forma más clara y poderosa” .

 

Claridad y poderío desprenden el conjunto de las obras expuestas y cada uno de los cuadros individualmente. Claridad y poder están presentes, pero también destaca la humildad del saber hacer, la belleza de lo natural, el encanto de lo sencillo. La riqueza de tonalidades envuelve al espectador. Primarios, secundarios, juegos de complementarios están, como la escarcha sobre la hierba, casi sin saberlo. Hay que mirar cada cuadro con detenimiento y no perder detalle. La caseta de la Ventana al mar, la alfombra sobre la que se abre otra ventana. Los ligeros enmarques que completan todas las ventanas, hechos casi para pasar desapercibidos. La maravilla de la ventana de Matisse. Cómo no extasiarse ante las tonalidades y líneas de la Ventana con reflejo. Y las interesantísimas azoteas con sus extraordinarios puzles. Al final, toda la obra se transforma en un ejercicio amplísimo de heterogeneidad y equilibrio para poner de manifiesto el momento de plenitud en que el artista se encuentra.

 

Hay un cuadro: “Balcones sobre gris” de 65 x 50 cm que me llama particularmente la atención. Es como un homenaje al “Diafragma decafónico de dígitos” del edificio del I.N.E. diseñado por Cruz Novillo,  que me parece un canto a la ciencia y al buen hacer.

 

Y hay música de Mahler y hay música de Schoenberg surgiendo de  ventanas y azoteas en un tiempo poético:

 

Sentir el aire, la luz, el claro-oscuro de una sombra

Estremecerse.

Ser centro del silencio

del sol haciendo rejas sobre el cristal en blanco.

Rectángulos cuadrados en geometría de un imposible cierto.

 

Alberto Hevia.

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