Hace treinta años, Mercedes Muros y Miguel Romero abrían junto a un grupo de socios “Ventana abierta”, galería de arte contemporáneo germen, a partir del año 2000, de la actual Birimbao.
En estos treinta años, el proyecto para acercar a Sevilla las últimas corrientes de los siglos XX y XXI en el mundo de las Bellas Artes, se ha hecho sólido y ha ofrecido la posibilidad de conocer y adquirir obra de autores diversos; unos, en sus momentos creativos óptimos, otros, anunciando formas de futuro.
En estos años de presencia de tantos artistas, inevitablemente, algunos nos han dejado. Son ausencias inolvidables y precisamente con ese nombre: “AUSENCIAS”, agrupa Birimbao un conjunto de nombres que colgaron sus obras en la galería y finalizaron su tiempo dejándonos vacíos, faltos, privados, carentes, es decir: sujetos a una enorme ausencia. Es verdad que terminaron su historia personal y única, pero no es menos cierto que dejaron señales de una faceta creativa que admiramos y que, de alguna forma, arropa y enriquece nuestra propia experiencia vital.
En la muestra tenemos ocasión de encontrar diferentes obras, y diferentes técnicas, de maestros del arte español. Oleos, acrílicos, acuarelas, obra mixta, grabados, todo lo que significa disponer de una superficie utilizable, en un entorno que va desde la sencillez desnuda a la complejidad buscada. Porque la pintura, no sólo está constituida por líneas, formas, colores, implica también la materia que el pincel extiende y que el artista busca personalizar para plasmar la belleza sentida u observada y contar una historia, su historia, con la que nos exige a los que la observamos una aceptación o, por qué no, un rechazo. En este juego de ilusiones se esconde muchas veces la fuerza del arte. Hay expresionismo e impresionismo, formalismo e informalismo, color o blanco y negro. Deseos de superar formas caducas buscando en cada caso con seriedad y ahínco una realidad del arte en “libertad”, un abarcar la historia más reciente como lo que podría separar formalmente a Piet Mondrian de Jackson Polloc. Pero también el mundo barroco de Velázquez o, el más cercano en el tiempo, de Picasso. Al final, que una obra de arte sea figurativa o abstracta carece de importancia, lo que la hace imprescindible es que se convierta en autónoma para el observador que la contempla. Sólo la composición asegura el paso a esa fase indispensable, unificando los múltiples caminos que ofrecen línea, forma, color, pincelada o materia empleada.
Quince son los artistas que la galería presenta y quince son las formas diferentes de afrontar composición y técnica. Más allá de las similitudes plásticas, que pueden ser pocas, la exposición gira sobre un eje sentimental que implica un reconocimiento a la labor de aproximación de unos referentes artísticos de gran nombre y una valoración extraordinaria de la vida y su final, junto a lo irreversible de la ausencia. A destacar que esas diferentes riquezas expresivas no resultan en absoluto contradictorias y consiguen apaciguar el ánimo, haciendo evidente que tradición y novedad pueden manifestarse sin contradicción alguna.
Un bello resultado el de este trabajo expositivo y una muy interesante ocasión para enfrentarnos a la manera de cada autor de expresar el carácter, lo singular, lo más personal y lo esencial del arte.
Autores que participan en la exposición: Manuel Ángeles Ortiz, Rolando Campos, Juan Casado, Cloweiller, Paco Cuadrado, Santiago del Campo, José Guerrero, Mompó, Julio Juste, Paco Molina, Lucio Muñoz, Lolo Pavón, Miguel Pérez Aguilera, Diego Ruiz Cortés y Antoni Tàpies.
Alberto Hevia.