Exposición Actual

El espectáculo debe continuar

Magdalena Bachiller, Ana Barriga, Montse Caraballo, Mariajosé Gallardo, Gloria Martín, Carlos Montaño, Ramón David Morales, Ruth Morán, Paz Pérez Ramos y Concha Ybarra

Cuando en 1991 Queen grabó “The Show Must Go On”, el grupo vivía los últimos días de Freddie Mercury y quería compartir con su público el desasosiego, pero sobre todo la voluntad de seguir fieles a sí mismos y al mundo musical que representaban.

 

“Puedo volar, amigos. Mi alma está pintada como las alas de las mariposas. Los cuentos de hadas no morirán. El espectáculo debe continuar.” Así decía en alguna parte de la canción, evidenciando que vivir es participar, compartir sentimientos y experiencias. Pero la historia sigue mucho más allá de los que van quedando en el camino como constatamos diariamente en este tiempo de covid-19.

 

En los años ochenta el sida, como el coronavirus ahora, irrumpió en nuestro mundo creando desconcierto, incomprensión, miedo. Haciéndonos conscientes de que muchas parcelas de la vida, que creíamos dominar, permanecían en un total desconocimiento. Una vez más, teníamos que aceptar que no sabíamos todo y, una vez más, debíamos abrirnos a la ignorancia. Sobre todo, para aprehenderla y superarla.

 

En esta línea de continuidad, de apertura a un futuro diferente, está la exposición que ofrece la Galería Birimbao en este tiempo nuevo. Son diez artistas, ocho mujeres y dos hombres, expresando diferentes facetas creativas con resultados admirables.

 

El artista busca, con las formas que crea, traducir en imágenes u objetos inquietudes, deseos, pensamientos. Un todo que encuentra parte de sus raíces en el mundo de los símbolos. La esfera y el círculo como símbolos del espíritu o el cuadrado y el rectángulo simbolizando realidad y tierra son ejemplos a tener en cuenta. Círculos aparecen en Paul Klee, en Robert Delaunay, en Kandinsky, en tantos otros. Piet Mondrian es paradigma de un orden dominado por rectángulos y cuadrados. Más allá y en otro plano, la teoría de sueños e inconsciente de Carl G. Jung está basada en el mundo de los símbolos que completaba con las cuatro funciones de la consciencia por él propuestas­ —pensar, sentir, intuir, percibir— abren a la humanidad la capacidad de transformar las impresiones recibidas. Fantasía y realidad se convierten en el fundamento con el que el artista busca expresar su mundo único y personal, compartiendo emociones al exponerlo al público. Y a pesar de que en la mayoría del arte moderno se ha perdido el sentido simbólico de muchas de las imágenes geométricas, el inconsciente más profundo sigue conservando su recuerdo. Es curioso el tiempo que ha sido necesario para comprender cómo las obras del arte primitivo no son el resultado de inhabilidad o de ignorancia; son, sobre todo, modos de expresar una emoción espiritual concreta y maneras de compartir conocimientos y sentimientos, lo que en realidad responde a la esencia misma del mundo creativo. En este sentido, ya en 1911, Kandinsky en su libro “De lo espiritual en el arte” escribía: “Cada época recibe su propia medida de libertad artística, y aún el genio más creador no puede saltarse los límites de la libertad”

 

Ana, Carlos, Concha, Gloria, Magdalena, María José, Montse, Paz, Ramón y Ruth, nos ofrecen trabajos surgidos de su personal forma de sentir y captar el mundo en que se encuentran. Unos presentan cuadros, otros esculturas o cerámica, pero todos están eligiendo entre viejos patrones y nuevas ambiciones. Siempre es necesario optar entre la realidad concreta con sus leyes o lo inmaterial con sus exigencias. El arte es un terreno de lucha y enfrentamiento entre tendencias, entre por ejemplo lo que Herbert Kühn denominaba lo “imaginativo” y lo “sensorial”. Lo imaginativo que estaría en el terreno de la fantasía o lo irreal abstracto; lo sensorial, buscando la reproducción directa de lo visto. Y conscientes de que todos los fenómenos que capta la vista pueden plasmarse en un juego ilimitado de ilusiones.

 

¿Pero qué tienen en común estos artistas elegidos por Birimbao para reabrir su sala tras el paso de una pandemia desestabilizadora? Aun compartiendo generación, como es algún caso, todos se encuentran en distintos momentos creativos y todos expresan su arte con diferencias evidentes. Pero todos comparten seriedad, profundidad, conocimiento y gusto por investigar. Todos viven con la curiosidad del niño y el ardor experimental del intelectual consciente. Y experimentan. Experimentan técnicas, materiales, composiciones. Viven en la línea de László Moholy-Nagy cuando escribía: “Y yo sé que, si desarrollo mis mejores capacidades de la forma apropiada para éstas, podrá mi talento transmitir a través de la luz, el color y la forma, la esencia de la vida”, que en realidad no era más que tomarse muy en serio la hipótesis ya vieja de Konrad Fiedler sobre que el principio de toda actividad artística era la creación (en oposición a la imitación) de la realidad. Una realidad nueva, incómoda y muy desconocida, más en contacto con la naturaleza entera. Pero el arte siempre se mueve de acuerdo con sus propias leyes y fines. Lo expuesto puede acercarnos a un mundo cambiante y particularmente interesante que busca con interés encontrar la roca sólida que sirva de base para la reconstrucción de lo que el coronavirus ha destruido.

 

 

Alberto Hevia.

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