Temporada 2018 – 2019

Daniel Bilbao

TÁCET

 

Del 11 de diciembre de 2018 al 15 de enero de 2019

A partir del once de Diciembre, presenta Daniel Bilbao en Birimbao sus últimos trabajos. Bajo el título de “Tácet”, nos ofrece la posibilidad de valorar y disfrutar su más reciente actualidad creativa.

 

Son obras de diferentes formatos sobre soportes diversos: maderas (algunas negras en recuerdo a los encerados) buscadas con pasión de anticuario por derribos y desguaces, lienzo, papel, lija. Realizadas en óleo las de mayor tamaño, son las más pequeñas dibujos en grafito o con técnicas de plata y oro que resultan extraordinarias, tanto en belleza como en el dominio técnico que manifiestan.

 

Los cuadros surgen como resultado de la estancia del artista en la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa. En ese entorno y profundizando en su línea de avance continuo en el mundo del racionalismo arquitectónico, Daniel Bilbao, descubre la necesidad de fijar en diferentes soportes la interiorización del paisaje. Hasta ahora, sus cuadros han mostrado edificios industriales, urbanos, agrícolas, inmersos en un paisaje. Su encuentro con los edificios de la Fundación lisboeta le “empuja” a vivir, sentir, plasmar el paisaje, desde el interior de lo construido. Todavía más, quiere crear desde el silencio. De ahí el título: “TÁCET”. Un abrirse a la música que ama y que acompaña su trabajo. Un abrirse al sonido del silencio que con su compás transforma los momentos. También un homenaje y un recuerdo a John Cage y su 4’ 33’’ de los lejanos años 50 con la sorpresa y el desconcierto originado.

 

Cómo pinta Bilbao, cómo construye Bilbao, cómo fija la dinámica de los espacios, haciéndolos accesibles y únicos, forma parte de un proceso surgido de su personal sentido creativo. Una transformación característica de cada artista y materializada, como decía Joachim Gasquet, al “objetivar”, “proyectar”, “fijar”, las propias emociones para compartirlas con el observador. Porque al final y en línea con Cézanne, los cuadros nacen de los sentimientos y buscan provocar sentimientos en quien los contempla. Para ello se vale el artista de sus conocimientos geométricos y arquitectónicos. Rectas verticales, horizontales, espacios construidos matemáticamente marcando cotas, proyecciones, planos. Equilibrio de una arquitectura que se asoma a lo verde del entorno.

 

Guiños velazqueños en la pincelada y pleitesía a “Las Meninas” en unos reflejos de brillo en los cristales que resultan hermosos y perfectos. En otras ocasiones el pincel crea puntos de diferente grosor y tamaño para matizar los fondos y construir la luz interior del edificio, marcando la diferencia con la luz cambiante de los espacios exteriores. Es una lucha contra la naturaleza, resuelta con brillantez y sabiduría siguiendo lo establecido por Leonardo da Vinci hace ya quinientos años cuando decía que el pintor tiene que ir más allá de la simple percepción visual de lo que pinta e interiorizar lo visto y pensarlo, transformándolo. Una tarea que el artista resuelve con impecable madurez estética.

 

Al final, una referencia a un cuadro especial donde más que paisaje existe mobiliario, algo que suena a final o a tanteo de un comienzo diferente. Son tonos más oscuros, luminosidad reducida, visión distinta. Hay algo que transmite un ingrediente sensorial que se “oye” en el silencio del “tácet”. En la imagen, se capta esa música hopperiana que vibra como fondo en los cuadros del artista americano en los que, en general, todo está hablado y el silencio sobrecoge.

 

Interesante trabajo y muy interesante manera de introducir un mundo musical en el color y forma de la pintura.

 

 

Alberto Hevia.

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